jueves, 30 de agosto de 2012

Ojos que se cierran

En el fondo lo sabía. Los sueños habían mostrado las noches anteriores varios escenarios parecidos. Pero en realidad todo fue mucho mas sencillo.
No fue como el primer sueño. Si bien la parte de la invisibilidad llevaba siendo real durante meses, cuando finalmente los ojos la contemplaron no habían cambiado de color. Se mostraban tan claros como siempre con la disparidad que la había cautivado desde el primer momento.
Tampoco fue como el segundo. No fue una conversación telefónica a gritos, aunque los kilómetros también estuvieran presentes. Los kilómetros SIEMPRE estaban presentes.
La realidad fue sencilla, dura, fría... esperada. Aquellos ojos que miraban desde la lejanía se cerraban por fin tras párpados hechos de miedos, dudas y distancia.
Y otros ojos, esta vez marrones y cálidos ojos de duende, se cubrían de pequeñas perlas saladas. Pero no los cubrían párpados. Ni lo harían. Al menos un milímetro quedaría siempre abierto esperando volver a ver aquellos otros iris antes de que hasta el más mínimo de sus matices desapareciera de su memoria.

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