miércoles, 28 de marzo de 2012

Duendes voladores

No estoy segura, sólo es una intuición. Siento que un simple contacto me hace estremecer. Quizá si me coges de la mano mis pies se despeguen del suelo. ¿Te imaginas? Volar. Pero ¿para qué mirar el paisaje si puedo mirarte a los ojos?
O mejor aún, sentir tu mano acariciando mi mejilla y cerrar los ojos. Sentir tus labios posados sobre los míos y no querer separarlos nunca. Sentir tus manos rodeando mi cintura y contener la respiración.
Entonces no importaría nada alrededor. Sólo tu y yo, lo mismo sobre las nubes que enterrados.
Quizá no sea necesario volar para eso.

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